Una lista de deseos y treinta noches de verano

Podría empezar mi historia presentándome y, quizá, hablando de mí; mi nombre, apellido, edad, de dónde soy o contaros que tengo una hermana gemela, claro, podría; pero creo que es mejor hablar de él, pues es el culpable de esta historia.  

Él, Axel, que ya su nombre suena exactamente a eso, a pecado, justamente a lo que es. Podría decir que es un hombre sencillo y que no es capaz de trastocar tu mundo y el de todo el que se cruza por su camino, sobre todo, si hablamos de féminas; pero, no, el caso es que el único mundo que decidió poner patas arriba fue el mío y yo, yo me sentía una veleta con él cerca.   

Puede que sí deba deciros que todo empezó con un cambio de vida y tachando de mi lista uno de esos propósitos que tanto me definen, pero creo que sería más sencillo aceptar que la vida te tiene preparado un camino y que siempre terminarás cogiéndolo, aunque te empeñes en dar un rodeo.  

Axel llegó a mi vida como el verano llega tras la primavera. Ponte unas chanclas, un pantalón corto y deja que lo que hay dentro de estas páginas te cuente mi verano, el verano que cambió nuestras vidas.  

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